Triste y Tropical #28

Camila Caamaño
8 min readNov 14, 2021

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Nunca me sale mal lo que sólo yo sé hacer.
Ysy A — Cuándo fue?

Un trap para gobernarlos a todos, un trap para encontrarlos
Si le diste click a este mail esperando encontrar un análisis o comentarios sobre la cantante que hace días estrenó un disco con una portada que parece de catálogo de tinturas para el pelo y se sometió a las consecuencias de una entrevista algo más que errática, lamento desilusionarte. Tampoco esta entrega dedicará líneas a su mecenas que, en su acostumbrada defensa paternalista quiso hacerse cargo de una situación que no ameritaba explicaciones, ni menos a la contradicción (no, no ESA) que reside en la exigencia de discursos a estas figuras, la ira asesina ante el más indefenso textual (recordemos por ejemplo a Trueno diciendo “somos el nuevo rock”) y la consecuencia: que los pibes se queden siempre en el molde.
Si pensás eso, entonces me duele porque no entendiste la intención de Triste y Tropical. Y si la entendiste doblemente sabrás que aún cuando no quiero opinar de algo ya lo estoy haciendo. Bienvenidos.

Bueno, igual quiero hablar de multiversos (esa contradicción SÍ). Si nos tomamos muchas licencias, en la música argentina contemporánea sub 25 hay tres instancias sentimentales, tanto en la propuesta visual como lírica. Una cassata de sabores cálidos y agridulces.

Tenemos a los que siempre están en la mala, llorones con estilo, como Lit Killah, Rusherking, Tiago PZK, FMK; los que sufrieron pero despejan la daga de sus entrañas y todavía se dejan enamorar (Duko) y last but not least: los que siempre están siendo el emoji del fueguito en vivo. Quiero quedarme aquí con Ca7riel e Ysy A.

No hablo sólo de la calentura. Ambos están siempre sudando, siempre con el discurso de sentarse a laburar para poder facturar, mojados de talento y fortuna, famélicos, exaltados, persiguiendo la euforia, con ritmos de taquicardia. Uno dejando espiar más su cuerpo pero los dos seductores a su modo. Dos personas que posiblemente no frecuenten salas de hospitales. Pero llevan sus proyectos hasta el orden de la emergencia.
Desde aquí partimos con sus discos nuevos: EL DISKO, para Cato y TRAP DE VERDAD, el cuarto (!) disco de Alejo.

Si bien no hay una similitud desde sus sonidos, sí encuentro matches pensando en sus proyectos. La idea rectora de la enseñanza. Ca7riel siendo un músico con formación de sobra, aquella que le allanó el camino y aseguró palco preferencial en los medios. Ysy con 3 álbumes ya digeridos y una maquinaria propia, ejecutada con suspensos y plazos insólitos.

El flaco es el sesionista que logra reflejar la frescura de su cuerpo con canciones estridentes, el “gordo” tiene la biblioteca de Alejandría de las rimas sólo que en este caso él mismo podría darle mecha a los anaqueles sin que le tiemble el pulso: sabe perfectamente que puede destruirlo todo y seguir creando.

Funky futurista
EL DISKO abre con Lucy in the sky with diamonds y temí bastante por lo que podía continuar a esa decisión. El agite no acaba cumpliendo la promesa, falta psicodelia.
Ca7riel completa su illykuriakización, ya sacudidos los vestigios de Paco, quien también está con un disco a la vuelta de la esquina (SAETA) y se aferró al pop cóctel y tapeo (no en un mal sentido).
Cato apretó los dientes, agarró los instrumentos y eligió las penumbras.
La pareja que llenó Obras, estalló Nicetos y giró por Europa optó por caminos separados.
Ca7riel se quedó con la fuerza galopante (esa que opacaba a su socio) y fue full funky, full collage, full música para los que necesitan etiquetas.
BAD BITCH, SHIPEA2 y U.U, son tranquilamente sacados de Leche, los IKV de Wacho, de Latin Geisha, de Guerrilla Sexual.

En Chanel Maconha baja, un interludio para calentar los mares…
Junto a Polvo (el último tema del disco y el que ofrece más texturas) y I rili don’t care, el feat con Chita, eran lo único que había estrenado en casi dos años.
El video me genera más bien lo opuesto a lo que busca. Una necesidad de demostrarse aliade, de llenar su cuotita inclusiva, pero también refregar la guadaña que suda hegemonía, con la mejor de las soberbias. Este tema sí es más Paco, recuerda al EP que sacó durante la cuarentena.
Sonidos weekenderos.

Las comparaciones suelen ser molestas pero es difícil escapar: no es sólo el tono de Dante al que recuerda, son sus movimientos, son los uhh, los gemidos, la gringuización al terminar las frases. Podría medirles el largo de la cintura para sumar otra coincidencia. El encanto de los lungos.
En su poco más de media hora, EL DISKO muestra constantemente sus reversos. Va del extremo a la calma rola a rola, como en KEYHOLE dice “Placer dolor como un faquir” alterna entre los opuestos: te pego, te abrazo, látigo, mimo, expectativa, frustración, sacudida, arrumaco.

¿Por qué (casi) todo tiene que estar en mayúsculas? Síntoma de época será mi respuesta corta.
Estamos hablando de una generación post MSN, que no llegó a dedicarse estados, pero quiere llamar la atención como sea. El meme mató al texto (sad) y tal vez los títulos de los tracks en alta sean apenas moda, pero siento que hay algo ahí de gritarlo todo, de esa suerte de purga que en esta nota que dió Cato a Silencio dice que le provocó producir el disco.
Por otro lado, prima el interés por trabajar en el contenido más que lo cosmético (el nombre puede ser literalmente cualquier cosa, así el chiste de Bad Bunny en Las que no iban a salir).

En síntesis, EL DISKO es un laburo prolijo pero que heredando un estilo que tiene más de 20 años podría aportar otra novedad. Por supuesto que suena bien, porque su protagonista entiende de eso, producción sólida y vibrante. El álbum parece estar enchufado a 220. Pero todo ese no me conforma, me hubiese gustado que explore más los lugares que consigue en POLVO.

Un veterano lampiño y condecorado

La primera pregunta que tenemos que hacernos sí o sí es ¿Alejo va a parar en algún momento? Qué esperar de este demente en su cuarto disco, después de un EP que me encantó y después de un año en el que, para variar, Ysy hizo de todo, tiró cyphers por todos lados, sacó su marca de ropa, hizo la Bizarrap music session, le terminó de dar forma a su sello firmando artistas propios (Panther y Sixto Yegros) y tiró fecha para un Luna Park, agotándolo en un par de días. The self made man vuelve a situarse frente a sus límites y sorpresa, todavía hay trabajo por hacer.

Mordiendo el bozal es su laburo más “tranquilo”; ya hablé aquí de lo que opino del disco pero es donde muestra su faceta más romántica, donde descubre que también es humano (un disco que se borró de Spotify). Dudo que haya tenido una gran repercusión entre el fan manija (el grueso de su audiencia) pero lo tuve en loop a la vez que entendía que después de este agradable lapsus de debilidad se venía el desmadre otra vez. Es que Ysy no baja, no baja nunca. Vamos a desmembrar un poco del disco doble (!), el TRAP DE VERDAD de Ysy A.

El perfeccionamiento de su narrativa. Las letras ya no son sólo barras, sino que construyen una historia. El rapero de la noche, de la fiesta y de Buenos Aires puede recibir otro cinturón, todo de oro.

Un pibe sacado lucidamente, para quien la droga es un corrector (y puede hablar de ellas de 29874948 maneras distintas sin aburrir). Amén de la forma en la que promociona sus discos y no podemos saber si es real o parte de su impecable marketing (el contar que el disco lo hizo en semanas y a último momento fue definiendo todo) creo que TRAP DE VERDAD es Hecho a mano pero mejor trabajado. La unidad de la producción, toda a cargo de Club Hats, logran una armonía en ese aquelarre de una hora que al otro disco le faltaba.
Es de una profundidad salvaje. Después de cantarle a la ciudad, a su noche, a sus encuentros, ya arrancó la película, ahora juega con las partículas del interior, desarma los rellenos.

Se digieren mejor las melodías, Ysy juega, se lo nota más divertido. Y no sólo desde lo lúdico, también con su voz, ríe, grita, gime (Inspiración divina y la carta del hombre al que nada lo excita más que el éxito). Su flow también gana en matices, por momentos suena al palo y de golpe cambia como si estuviese haciendo fuerza para no quedarse dormido. Y el beboteo, el beboteo como marca registrada.

Y va probando con sus alientos, con los tonos de sus voces permite más imágenes, es menos simbólico y más concreto. Crea escenas, habla de referencias pop (Yayo, Xuxa, Guido Kaczka). Es la primera vez que Ysy da cuenta de contemporaneidad en sus letras. Hasta ahora sus universos iban por su propio carril cronológico.

Por un lado, se ubica en una época. Por otro: decide llamar a colegas, por primera vez desde Antezana 247. Sorprende que este empresario se haga a un costado para hacer lucir a sus invitados.

Tiene no uno sino 3 temas con el artista firmado con su sello, Sixto Yegros, lo hace romper al Obie después de un disco propio más que fallido. ¿Y el tema con El Doctor? Los cambios de beat lo encuentran al dente. Por momentos hay secuencias de persecución al mejor estilo Matador que son increíbles. Y eso no es todo en este temón. “En el infierno no los vi” tiene barras preciosas de El Doc (“Dicen que van a pegarme a mí/Y ustedes no le pegan ni al beat”) y después Ysy parte la pista, bautizando a su invitado nombrando su último disco (FAFA) para luego cerrar con un tétrico “Baby, yo quiero Nesquik/Pasame un poco de Nesquik”. Digo tétrico porque obviando la cita a Sumo pienso en las últimas intervenciones que se hicieron desafiando a los targets (o burlándose de ellos) como L Gante grabando el abecedario (y lo inquietante de decir algo infantil con esa voz de ultratumba) o Dillom haciendo una versión ATP de “OPA” (“Y si te dormís la siesta, te hago un lugarcito/Cayeron los pibe’ a casa a tomar un tecito”).
También pienso en si es que hay una edad precisa para volverse una figura pública,
En si ellos se están cagando de risa de algo así como el consentimiento cultural (que NO es la cultura del consentimiento) y sobre todo, en el outfit que se hará Ysy para subirse al escenario el 27 de noviembre.

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