Triste y Tropical #25

Camila Caamaño
6 min readSep 4, 2021

“El insomnio es la imposibilidad de entrar o de salir de parte alguna, es el ser y el no ser hamletiano metido a presión en un tubo de lata. Y es, en el mismo sentido, una de las pocas batallas que libramos con la esperanza de ser vencidos.”
Roberto Merino — Pista Resbaladiza.

Buenas noches, América

Cuando era chica no entendía la diferencia entre en vivo y en directo.
A la incompresión eterna de la lógica del tiempo se le sumaba la modalidad de los contenidos que aparecían en la tele. ¿Acaso esa persona decidió entre todas las posibilidades entretenerme en el mismo momento en que mi culo iba fundiéndose en un cachondeo cósmico con la forma del almohadón?
Estaban ahí IN SITU, en el momento en el que la tele abordaba para quedarse, atenta al absurdo que implicaba hacer zapping sin cable.

El vivo y el directo, y más si sucedían juntas, eran proclamados por los conductores como la virtud máxima, una cualidad de la que no cualquiera podía jactarse.

El vivo fue prácticamente condición sine qua non para los programas de alto rating y hasta podía considerarse una ofensa en caso de revelar que se había grabado.

Tinelli miraba su reloj al empezar VidemoMatch y decía la hora, dando así una prueba de la veracidad del tiempo.

Los programas “importantes” no sólo iban en vivo, sino que nunca pero nunca entregaban a horario. Había una pelea medio en chiste medio en serio cuando un programa le robaba tiempo al que le seguía. Susana le pedía perdón a Marcelo (y yo les pido perdón a ustedes por cometer ese acto de ridiculez desmesurada llamando a famosos por su nombre de pila), él continuaba el gag ofendido, abusaban de minutos extras si su programa se encontraba entre ficciones que no podían defenderse y la picadora de carne continuaba su ciclo.

Ya ni los productos del prime time van en vivo, menos los realities que, en tiempos de redes sociales como el verdugo de los desenlaces en suspenso, deben apelar al recurso de grabar múltiples finales.

Esa imagen de video
Ver en vivo a un cantante o banda da credibilidad de seguidor, excepto que el testimonio se continúe de una anécdota del azar o la gratuidad de la entrada al show.
No se va a ver a cualquiera y ver a alguien es como si nos volviera fans más honestos. Eso creen al menos, de cualquier modo esbozan la presencialidad como una figura inevitablemente omnipresente. El público que supimos ser.

El desafío más grande de los artistas durante la pandemia fue (no, no terminó nada la pandemia, pero sí en términos de la “industria del espectáculo mainstream”) reconstruir el clima y la energía amputadas. ¿Cómo querer estar ahí? ¿Cómo sentirnos parte sin agite, sin roces, sin tapar los coros con la euforia?

Los vivos de Instagram me parecieron algo entre horrible y penoso, recuerdo haber visto la transmisión de Bad Bunny que decantó en el lanzamiento de Las que no iban a salir, pero el resto se volvió más lejano todavía. Esa demanda de atención contrastaba de una manera poco cómoda al aislamiento propio. Un asilo de ideas que no hacían equipo suficiente para convocarme a la pantallita de anfetaminas corazoniles.

A falta de recitales sirvieron las producciones de shows íntimos y aparentemente artesanales. Pensando en eso quisiera hacer un repaso por ciclos que marcaron el camino (obviando claro está a los MTV Unplugged), algunos con mayor presupuesto que otros, pero todos con el mismo propósito: la música que irriga sangre en todas las latitudes. Porque los Tiny Desk no salieron de un repollo.

Enlaterraza
Bandas tocando en terrazas desde 2009 hasta el 2013. Allí conocí a Diosque y los maravillosos Isla de los Estados, dueños de las mejores performances del ciclo. Son los únicos que tocan de noche y sí, los sintetizadores y el baile de Loló necesitan neón.

Enlaterreza le hace honor a lo bello y lo simple, sabe jugar con los elementos del ambiente, como el escenario de Nekro: plantas, una regadera y un tender apoyado sobre dos ladrillos donde se seca sólo un repasador.

También pasó Gepe, y su dulzura en las alturas.
Rosario zapateando mientras cae el sol.
Leo García, en un pulcro balcón cargado de cactus y cañas de bambú, alineados con la potencia prolija de su voz “seamos más íntimos en tu coche, sigamos cuidando la amistad”.

SONIDO MOLAR MÚSICA DE LIBRERÍA

Molar es una librería de Madrid. El proyecto musical tiene menos de un año, pero cada un par de meses publican alguna presentación.
La última de la mano de Le Parody y su vientre dorado a punto de hacer explotar el brillo mientras juguetea con perillas lo da todo.

Otro que recomiendo es el de Confeti de odio, que canta como si le molestara estar ahí, pero aún teniendo esa expresión logra unas canciones hermosas.
Dorian Wood, cantante no binarie que inauguró Sonido Molar. No conozco el instrumento que toca, una especie de acordeón pero más delgado, con forma de valija.
Siempre me llama la atención la gente que canta con los ojos cerrados. Esa concentración suele esconder sentimientos profundos.

En sus espectáculos homenajea a Chavela Vargas con canciones folclóricas de Costa Rica (sus padres son costaricenses). Además es artista visual, perfomer y escribe. Valga de complemento esta versión que subió en su canal propio de Gracias a la vida.

HABITACIÓN NÚMERO 34

En palabras de sus creadores: “Es un nuevo espacio dedicado a la creación emergente nacional a cargo del artista RGB ©®381916131620161351952 09451435. Ubicado en la Avenida Cerro de los Ángeles 34, en el barrio de Usera, este lugar acogerá durante el próximo año a once artistas comisariados por Lava Art Project, formado por Paula Ramos y Belinda Martín. Donde cada uno de ellos creará una instalación site-specific”.

Las instalaciones sólo pueden verse desde afuera y cada artista expone durante un mes. Pues durante ese tiempo invitan a cantantes a tocar, con las muestras como escenario.
Tuvo un debutazo con Javiera Mena, quien después cuenta durante la entrevista sobre sus planes viviendo en España (creo que es la única extranjera invitada).

Afuera hay gente, no sé si las presentaciones se promocionan antes, me da la sensación de que simplemente son personas que pasan.
El de Javiera es bastante emotivo porque al estar sentada lejos los veo apiñados cantando sus canciones y sonríe vidrio de por medio.

Fran Lorean.

GALLERY SESSIONS

Un lindo proyecto aunque con una premisa engañosa: “sesiones de música en vivo con talentos emergentes” y el primer video es de Alizzz y Amaia, no les veo mucho de emergentes, aunque se los perdono porque tienen una de las que para mí es de las mejores canciones (y videos) del año.

Los encuentros suceden en diferentes vidrieras de Barcelona y, no quiero hacerme la no pedí ser argentina sólo tuve el privilegio pero, después de Morad, los dos videos que tienen más cantidad de views son talentos nacionales: el precoz Trueno haciendo “Sólo por vos” y Duki con Bizarrap versionando Malbec y volviéndose memes antes del estreno.

Todo el contenido que tiene el canal es para ver, pero voy a dejar al temazo de Soto Asa con La Zowi, pegadizo como pocos y eso que pensaba que no iba a funcionar en este formato:

Eso es de ratero, mi amor.
Y una sorpresa personal del 2021, la gran Rigoberta Bandini.

A Colors (de Alemania) y los Tiny Desk (Usa) los conocemos todos. Sobre este segundo me molesta un poco que hayan cambiado el anaquel enclenque y el adorno de oficina entusiasta por los respingados requerimientos técnicos de los artistas de mayor renombre. No creo que sea necesario. Hace más de un año que optaron por romper la fórmula de la librería (quien no se puso a jugar buscando lomos y ubicaciones de los objetos) perdiendo así su identidad.

¿Qué tiene de Tiny Desk la presentación de Dua Lipa? Absolutamente nada. Vamos, que la de Tangana llegó a miles que no lo conocían (y les gustaría que Pucho sólo cante de esa manera y con ese repertorio) y es, en efecto, una de sus mejores performances (no precisamente por él, porque esa es la clave del éxito), pero tranquilamente podría ser un vivo suyo sponsoreado por NPR y listo.

Pero incluso hubo artistas establecidos que fueron durante la primera época, dos de las más brillantes presentaciones se produjeron de esa manera (Mac Miller y Tyler, este último interactuando con el público como nadie y acompañado de unas coristas de las que cuesta desprender los ojos).

Que la talla de los invitados haya barrido con la propuesta casera que parió el proyecto es triste. Operan como sicarios de la fantasía. Dejame pensar que ellos no sabían. Dejame creer que los conductores lloran de verdad. Dejame cambiar las reglas de la ficción. (Perdoname por segunda vez por no abrir el newsletter con una cita al tema de Amigovios).

No voy a un recital desde febrero de 2020.
Tengo entradas para un próximo, espero que no se cancele y pueda volver por estos pagos a hablar de eso.

Me gustaría que escuchen a Balún, una banda de Puerto Rico que estuvo hace un tiempo:

Sí, fui breve esta vez. Nota de mi cansancio pero también de novedades en cola y proyectos en camino :)

--

--