Triste y Tropical #23

Camila Caamaño
12 min readApr 23, 2021

La realidad es una cosa lejana que se acerca con infinita lentitud al que tiene paciencia”.
Rainer Maria Rilke

Todos los Dukis, el Duki
Duki hablando con la boca llena en la fiesta de la manzana en General Roca, Duki saliendo de una fiesta para meterse en una pelea, “congelándose” en videos junto a playeros de estaciones de servicio para que, cuando terminen su turno laboral y recuperen su teléfono, puedan tener su foto juntos, el que le agradece a una marca aunque le mande ropa chica, el que se queja de los fans que lo dibujan flaco porque están mintiendo. ¿Cuál es tu favorito?

Estamos todos grandes. Bueno, tal vez sea yo, está bien.
Hace unas semanas me obsesioné con un podcast que va en vivo. Lo conducen tres personas de las que no sabía su edad, sercheo y sí, les llevo a todos algunos años. Me sorprendo aunque eso no altere mi dinámica con el objeto de consumo, pero es un hecho que se repite y no me es indiferente, así que sirva de referencia como disclaimer: en esta reseña hay una gran proporción de maternalismo. Me siento más lejos de estos muchachos y les escribo así, con mesura y cariño, como si estuviesen espiando y temiera dañarlos.
No bajo la guardia para mi sentido crítico que es el que me lleva a escribir sobre música cada vez, pero es que yo también tengo un corazón.

Yo no quiero quejarme desde la extrañeza de lo que dictan las nuevas generaciones. Me gusta enterarme de todo y tratar de entender cómo funcionan las modas, cómo se engranan los colectivos emergentes, cómo algo llega de la habitación al main stage. Y si acaso odio esas nuevas cosas, pues las quiero entender igual. Porque también entiendo que si no es para mí no es para mí.

Cuando crecemos tal vez lo que suceda es que acceder a esos procesos es cada vez más voluntario y menos orgánico. Y por eso ese agotamiento es lo que me pasa con las letras de trap/rap local, me quedan chicas, o no las encuentro efectivas más allá de la gracia y el guiño ingenuo. Porque la paciencia no es otra cosa que la escenografía de la ilusión, la pista por donde corren otras posibilidades. Espero más porque estoy queriendo intentarlo con vos.

Hit or miss
Desde el fin del mundo no salió a las 00hs. como vienen saliendo los discos, tampoco se estrenó a las 20hs. con un video, como están estilando muchos, ni salió un viernes a primera hora para meterse de lleno a especular con los números de Billboard si las ambiciones así lo dictasen.
Se estrenó el jueves a las 6 de la tarde en Argentina, sin más.

Es su tercer disco si contamos el EP. Y el tarrito de la expectativa rebasa, pues el crooner de los singles, el buen samaritano de las colaboraciones, ese que graba hasta con un holograma proyectado en Gondwana, no logró aún dar con la unidad del álbum, con hacerse de un trabajo que conforme en sonidos, ganas y composiciones.
Pero primero una parada necesaria en este análisis (que peca de carta de amor), porque es imposible no mirar la carrera de Duko e ir trazando los eventos que le correspondieron personalmente.

Para mí su ying y yang es dolorosamente visible, hay dos hechos que lo contraponen del inicio a la consagración. El primero es en aquel video del 2017, la grabación de un fan de uno de sus primeros shows en Pueblo Límite, el boliche de Villa Gesell por excelencia, una cofradía de rugbiers y falta de protector solar. Un video por suerte borrado de YouTube. Mauro está pasado hasta de sí mismo, allí entre esos niños sueltos a la buena de Dios, Duki está rubio y se traga la angustia mientras ronca con She don’t give a fo. El video es tan prematuro que hasta está Ecko en el escenario, eran pocos y no había beef. La profesionalidad es nula, son 30 en un escenario como haciendo arenga en una fiesta de egresados. No hay barrera etaria entre el público, ni valla física que los separe. Pero sí hay una distancia emocional y de facto; él es el responsable de las letras que cantan sin respirar esas bandas de adolescentes. Él se soba la frente transpirada, entre sudor y lágrimas, el calor de las luces, el movimiento (aunque arrodillado) del escenario y la fama de choque, esa visibilidad irrisoria y que impacta como un golpe químico. No son las pastillas, es todo el proceso, un viaje sin guías, un recorrido con cómplices (Ysy, Neo) que acompañan pero tienen la desgracia (romantizo por de más si digo destino) de ser contemporáneos en su inocencia.
A Mauro le cuesta terminar las estrofas, lo palmean por turnos sus colegas, su crew que fluctúa, porque allí los amigos del campeón comienzan a brotar a borbotones.

Del otro extremo, el cenit de su conquista es lo que para mí es una obviedad: la grabación de Goteo, junto a su clip con el gran Dano como filmmaker y la gira española que engloba la canción y se carga del clima y la energía que Duki sintió en ese tour. No estoy en sus Jordan, pero creo poder afirmar que Mauro nunca fue tan feliz como en esos días. Y eso se notó en el estudio. Es su huella, es el abrigo de su hermano, la toalla secando excesos, los saltos sin freno, el éxtasis colectivo, la materialización de un deseo. En España a Duko le caen todas las fichas. Llegó. Y desde esa geografía tomó tal vez el sentido del nombre del álbum, dibuja una distancia que engrandece su objetivo, mirá Sandra: sin fronteras.

Es también allí donde graba uno de sus mejores feats y al que él más cariño le tiene: Piensa en mí, con Sticky MA en el DISCAZO 5ta Dimensión.

Sí, su mano y la posición de su boca están formando un corazón.

Duki es un veterano en Además de mí remix, 4 años de carrera le endurecieron los rasgos y le aflojaron los sedimentos de sus inicios, tal vez cediendo a ciertos caprichos del mercado, en ese réquiem llorón hay un buen trato: ellos tienen al jefe como gancho, Maurito se sube como padrino pero también logra lo mejor del tema y le hace un screenshot a más de un nostálgico prematuro que brega por el emo que lo vio nacer.

Wacha. Vuelven los hitboys, así se vendía. Pero los hitboys no anotan como dúo si la canción está hecha a la medida de la medusa desgarbada. Es un hit tag, es EL tema diseñado para la máquina de Fer Palacio y esos DJs de cabotaje, así mismo lo puede meter, no hace falta que lo embadurne de ninguna otra pista.
Digamos que a nivel comercial Mauro comenzaba a amarrocar números y estar en la conversación después de algunos desaciertos. Lo tomo como válido. Aunque el tema no me guste nada. Son números que enmarcan, rompen para acompañar Chico Estrella. Hay que ver si donde vamos hay olas para barrenar.

Como Chico estrella, (un tema con algo de luz) y Muero de fiesta este finde, (track que no cierra porque está pensado más en el invitado que en su alma máter) como piedras angulares, no había una idea marcada de lo que Mauro iba a presentarnos en Desde el fin del mundo.
Una portada horrible para empezar, siguiendo la propuesta de los principales discos de trap local del último tiempo.

Mi primer lamento es que teniendo los recursos necesarios para contratar a quien desee, le otorga la tarea a algún colega y por dejar todo “en casa” terminan (digo en plural porque es un vicio endémico) con productos estéticamente espantosos.

Retrocedamos un toque y hagamos balance. Hacía casi un año que Duko no tenía un tema que me conmoviese, Acapella es del 10 de junio de 2020. Gasté Pininfarina pero no cuenta porque se montó en el remix.

SSJ se vendió como un prisma de estilos pero que sólo satisface en los dos temas que ya conocíamos (el opus, Goteo, y Hitboy) y 24 fue un EP que no termino de entender si se produjo por capricho y obedeció en su producción ajustadísima, pero la fórmula de sus canciones parece encriptada, pues no se descifra, no hay barras, no hay estribillos pegadizos, no hay buenos beats. No hay nada que me motive siquiera a darle un replay. Me acuerdo de destacar como pasable los ad-libs, así de gusto a poco, así de fallido.

Visitante hasta siendo local
Vayamos entonces al disco de una buena vez. Una intro ok para pasar al tema con Rei e Ysy, Pintao. Alejo es como si entrase en una exposición de galgos de carrera, rompe el portón, el resto hace silencio, manos en la espalda para fingir asombro ante su destreza porque es obvio que va a cumplir. El caballo ganador.

Chico Estrella y Volando Bajito, guitarras y empezamos a acomodarnos en ese mood pero llegamos a Cuánto. Ay Lombardo, ya estuviste en los dos discos que sacó tu protegido, ¡no lo metas también acá! El segundo peor tema del disco, la pista a Farina no le encaja y agradezco que el tema siguiente sea Rápido y lo pilotee solo.

En I don’t know vuelvo a sentir las fibras del Duki wanakin, esa voz rasposa, dale nene, llorá, llorá como lloraste en el estudio con Benito. Quién hubiese dicho que el hilo conductor influyente de dos estrellas del mainstream global en el 2021 fuese Linkin Park, ahhh qué linda la retromanía.

Sigue Sol y ¡qué bien combina con Lara, por favor! El mejor feat del disco.
Me dan ganas de escuchar otras colabos con mujeres, alguna de la Rip Gang, verlo como conecta con otras voces femeninas.
Posiblemente repita esto muchas veces, pero Mauro es tan noble que por momentos su afán de camaradería (esa ley del anfitrión) lo deja secundando hasta en su propio disco. El tema con Lara es un bis de Hablamos mañana, en el mejor de los sentidos.
En general las letras se quedan a medio camino, no es este el caso, el Duki sad es el mejor Duki, el que pide ayuda, echado sobre vidrios rotos, más drama y menos flexeo.

En Luna vuelve a bajar y estamos en Malbec, la hypeadísima alianza con Bizarrap, quien sigue demostrando que las sessions tienen fecha de vencimiento y que en la producción de temas (Mamichula) está su thing (en la próxima entrega de Triste y Tropical le dedicaré un espacio a este pibe).
Un beat que abre el acto de una corte medieval, y una letra que podrían haber escrito los Bestia Bebé si hubiesen nacido en Martínez.

Sorpresa: en Mi diablo se mete en la producción Hide Miyabi, busqué su nombre más por curiosidad que por resueno: está nada más y nada menos que en la producción de 25/8 del Conejo y también metió mano en Sauce Boyz, el recomendado disco debut de Eladio Carrión.

Fifty Fifty tiene algo del flow de Colombiana remix, con Obie, Pablito y un beat excelente como los de Rulits (el que condimenta y remata todo ese álbum que es Modo Diamante) esperaba directamente ÉPICA, pero ni cerca. Es una canción deforme pero no por los motivos adecuados.

La voz de Duki está en casi todos los temas pasada por el mismo tratamiento, faltan colores, su voz de Ricardo, así como la que llora con Lara. Un Mauro que grite, un Mauro que susurre, un Mauro que meta miedo.

Muriéndome. Basta de Khea, por favor. Hasta un EP de Bad Gyal arruinó, necesito que se ponga a explotar sus abdominales espontáneos y dejé de cagar canciones ajenas.

Ella es mi Bitch, una rola bolichera con letra boba que subiría muchos puntos con otro nivel de oscuridad. No era el beat para el Peke y compañía, me imagino otra incorporación femenina, una Taichu.

Es una verdadera lástima que el final del disco sea Muero de fiesta este finde, donde el invitado se roba la canción, es un tema regular en dónde Cato se lo lleva, no podés dar ese mensaje, como si estuvieses dejándole el lugar a otro, el protagonista sos vos. Apropiate de tu disco.
Es tierno que hable de jubilaciones, de aventuras expiradas, porque aún sigue siendo un nene, con experiencias trascendentales.

Si hablamos de concepto, bueno, es bastante concreto, Y autoconclusivo, un repaso de sus viajes, sus giras, miedos, cifras, plata, apuestas y logros. Una lógica bastante visitada por el género, digamos que en este caso el disco tiene la suficiente solidez como para que eso no hago ruido, al menos no me pongo a pensar en si eso tiene lógica o no. Funciona.

La perfección está en el detalle, de acuerdo, pero los deseos, o el impulso de ellos, imprimen una potencia que se mantiene en el resultado. Lo que digo es que esta es la primera vez que Mauro saca un disco porque tiene ganas, no es el disco que había que sacar porque era el momento o el EP que caía porque había un aniversario y una coincidencia numérica que se hacía simpática. Si nació con ganas, esa armonía está en Desde el fin del mundo. Desconozco las circunstancias del estudio, pero creo que hay mucho de voluntad propia.

[Duki es un gamer mental, ve y vive la vida como un videojuego.]

Por otro lado, creo que parte de mi desazón responde a un fenómeno (el del trap, sólo para ponerle una etiqueta) que de tan explosivo no pudo o no supo cómo contenerlos a ellos, sus figuras. ¿Quién de todos los artistas consagrados logró sacar un disco potable? Ysy A y pará de contar. Nadie está diciendo que sacar un disco sea fácil, claro.

Desde el fin del mundo tiene unas cuantas referencias obvias y repetitivas. Ni los héroes anónimos de Genius tienen laburo.
Como vengo diciendo párrafos arriba, hay dos factores que asocio a este trabajo: la falta de confianza por un lado, el abuso de nobleza para con el otro, cediendo protagonismo en su propia esfera.
Es triste aceptar una parcial derrota (el disco es bueno en términos generales, hablar de derrota sería ser demasiado dura, pero no alcanza a trascender de ese modesto adjetivo) porque implica reconocer la muerte de una época. Esa topadora de niños índigo fue arrojando sus highlights cual cajita de Nerds, sin criterio, sin conciencia, sin noción de efectos. No es su responsabilidad porque las expectativas son tan caprichosas que molestan, pero es que ¿Cómo no hacerlo? ¿Cómo no cebarse con Quavo? ¿Cómo no querer que ese trío olvide numeritos y marquen a fuego la leyenda con un proyecto en conjunto y recorran el mundo? ¿Cómo no desear que Duko rompa todos los parámetros después de partirla y llegar a nuevos millones de oídos en el mundo por Hablamos Mañana? Era muy difícil no engolosinarse.

Es un disco mucho más accesible que sus antecesores, que sólo trajeron humo y ruido en el más negativo de los sentidos, SSJ, la mescolanza sin aderezo, dónde él mismo reconoció que le ganó el tiempo y en esa urgencia por tener su álbum tiró lo que tenía sin pensar demasiado. Da muy pocas ganas de escuchar a un artista cuando con su obra caliente tiene que salir a excusarse como si fuese un error. Pero en parte Mauro da cuenta de un agotamiento que quiere dejar de sentir (y en su intro ya se presenta como el diablo del drill argentino). Borrón y cuenta nueva. Pero el tema es que vino 24, una producción que está por encima del propio Duko y que miramos/escuchamos de refilón queriendo que pase rápido al olvido (detesto pararme en los números porque no estoy de acuerdo en que justifiquen ni sean la respuesta a un éxito o fracaso (es más complejo, diríamos) pero hay lyric videos de ese EP que no llegaron ni al millón de views).

Si los trabajos anteriores fuesen bocetos, ya es tiempo de salir y rendir. Si bien es una obra más cerrada y más conciente en especial desde su producción, y hay temas sin duda más maduros como I don’t know o Ticket y Sol (mi tres preferidos), Mauro sigue dando vueltas en lo que le queda cómodo. La misma falta de confianza es la que hace que sus compañeros de tema le saquen ventaja casi siempre, permea el clima de prácticamente todo el disco. Y yo quiero volver a sentir cómo se me infla el pecho cómo escuchando Hablamos Mañana. A Mauro no le falta capacidad ni mucho menos talento, falta que alguien le recuerde que ese viaje, el agite en Razzmatazz o en La Riviera, fueron un plano secuencia en carne propia donde ganó la experiencia, donde encontró los skills que quería y de los que tanto le gusta hablar en entrevistas, y que ahora, Duki, ahora es hora de subir de nivel. Esos fichines no van a comprar el juego, pero conocés los comandos para empezar la nueva pantalla.

#duki #ssj #desdeelfindelmundo

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